Los niños no son mayores de edad, pero son los verdaderos jefes de la familia. No son delincuentes comunes, pero pegan, amenazan, roban, agreden psicológicamente... Son los protagonistas del llamado "síndrome del emperador", un fenómeno de maltrato de hijos a padres que se ha instalado con fuerza en la sociedad.
Este tipo de violencia no es nueva, pero en los últimos años su incidencia se ha disparado: desde el año 2000, los casos de este tipo de maltrato se han multiplicado por seis, con cerca de 6 mil 500 denuncias recibidas por la Fiscalía General del Estado el año pasado.
Estos datos podrían reflejar sólo la punta del iceberg del problema, por la resistencia de los padres a denunciar a sus propios hijos.
Sin embargo, "éste no es un caso característico, la tendencia de los padres es a encubrir el problema",
En otros países, el fenómeno se ha tratado durante más años y los datos sobre su incidencia son más preocupantes. Un estudio realizado en Estados Unidos advierte que la violencia (no exclusivamente física) de adolescentes hacia sus padres tiene una incidencia de entre el 7 y el 18 por ciento en las familias tradicionales (en las monoparentales llega hasta el 29, mientras que las estadísticas canadienses aseguran que uno de cada 10 padres son maltratados). ¿Qué puede ocurrir en la personalidad de un niño para que llegue a agredir a sus padres? Los expertos señalan innumerables causas genéticas, familiares y ambientales que ayuden al desarrollo de este síndrome.
El "síndrome del emperador" tiene causas tanto biológicas (dificultad para desarrollar emociones morales y conciencia) como sociológicas, ya que, en la actualidad, "se desprestigia el sentimiento de culpa y se alienta la gratificación inmediata y el hedonismo.
"La familia y la escuela han perdido la capacidad de educación, y esto favorece que chicos con esta predisposición, que antes eran mantenidos por la sociedad, ahora tengan mucha más facilidad para exhibir la violencia".
La importancia de los medios en este factor es clave: "La televisión enseña valores muy hedonistas y consumistas, y dificulta el aprendizaje del autocontrol, es decir, la capacidad de esforzarse por renunciar a cosas inadecuadas y para perseguir metas que requieren esfuerzos. Los hijos tiranos ven en los medios muchas conductas y metas que son coincidentes con lo que ellos desean: pasarlo bien y hacer lo que quieran sin que nadie les obstaculice".
Lo que para muchos es una falta de disciplina que se soluciona con un "cachete a tiempo", es, sin embargo, un problema mucho más profundo que exige "ayudar a que el niño desarrolle una conciencia sólida; ésta es la mejor policía. Y ello se logra aplicando castigos razonables, pero firmes, y explicando las razones morales y prácticas que supone su mala acción. En los casos más graves es, por desgracia, casi imposible",
Las madres son las principales víctimas,los escasos estudios realizados en España sobre este fenómeno no permiten elaborar un perfil exacto de las familias que acogen a un niño o joven con el "síndrome del emperador". Sin embargo, los expertos coinciden en una mayor incidencia en las familias monoparentales.
El informe asegura que la madre es la víctima en el 87 por ciento de las ocasiones que se produce este tipo de violencia, y que principalmente recibe agresiones físicas, aunque también son habituales las verbales. En el 13.8 por ciento de los casos, el estudio refleja que la intimidación se produjo con un cuchillo o un arma similar.
Cómo detectar un 'emperador' en casa: 1.- Incapacidad para desarrollar emociones morales (empatía, amor, compasión, etcétera) auténticas. Esto se traduce en muchas dificultades para mostrar culpa y arrepentimiento sincero por las malas acciones.
2.- Incapacidad para aprender de los errores y de los castigos. Ante la desesperación de los padres, no parece que sirvan regaños y conversaciones, él busca su propio beneficio, parece guiado por un gran egocentrismo.
3.- Conductas habituales de desafío, mentiras e incluso actos crueles hacia hermanos y amistades.
Cómo enfrentarse al síndrome:
1.- Desarrollar de manera intencionada y sistemática las emociones morales y la conciencia de los hijos, dándoles oportunidades para que practiquen actos altruistas y que extraigan lecciones morales.
2.- Establecer límites firmes que no toleren la violencia y el engaño.
3.- Prestar ayuda para que desarrollen habilidades no violentas que satisfagan su gran ego.
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